viernes, 2 de septiembre de 2022

LOS MIEDOS DE NORA

LOS MIEDOS DE NORA

   Cuando Nora escucha las opiniones de Torvald sobre la moral, el mundo que ella conoce de felicidad en su hogar con su esposo y sus hijos está amenazado a punto de desmoronarse.  Nora experimenta el sentimiento de sentirse perdida, sola y sin salida.

ACTIVIDAD:

1.- LECTURA Y COMENTARIOS 

2.- CONTESTA:

¿De qué manera Ibsen nos logra transmitir la angustia y miedos de Nora? ¿Qué recursos estilísticas utiliza?

Describe las escenas leídas con 1 ó 2 oraciones (coloca un título)


ESCENA XII.
 
NORA (Reflexiona un momento; después mueve la cabeza): ¡Bah! ¡Pretendía asustarme! Pero no soy tonta. (Empieza a recoger las prendas de los niños, pero se detiene al cabo de un rato). ¡Sin embargo...! ¡No es posible! Habiéndolo hecho por amor...
 
LOS NIÑOS (En la puerta de la izquierda): Mamá, se ha ido ese señor.
 
NORA: Sí, sí, ya lo sé. Pero no hablen a nadie de ese señor. ¿Escucharon? ¡Ni a papá!
 
LOS NIÑOS: No, mamá. ¿Quieres jugar ahora?
 
NORA: No, no, ahora no.
 
LOS NIÑOS: ¡Ah! Lo habías prometido, mamá.
 
NORA: No puedo. Váyanse: estoy muy ocupada. Vayan, lindos niños. (Los acompaña con cariño y cierra la puerta).
 
 
ESCENA XIII.
 
NORA (Se sienta en el sofá, toma un bordado y da algunas puntadas, pero se detiene enseguida): ¡No! (Deja el bordado, se levanta, va a la puerta de entrada y llama). Elena, tráeme el árbol. (Se acerca a la mesa de la izquierda y abre el cajón). ¡No: es completamente imposible!
 
ELENA (Con el árbol de Navidad): ¿Dónde lo pondremos, señora?
 
NORA: Ahí, en el medio.
 
Casa de muñecas  henrik ibsen
ELENA: ¿Necesita algo más?
 
NORA: No, gracias; tengo lo que necesito. (Elena se va, después de dejar el árbol. Nora empieza a arreglarlo). Aquí hacen falta luces y aquí flores... ¡Infame hombre! ¡Tonterías! Todo eso no significa nada. Debe quedar bonito el árbol de Navidad. Yo quiero hacer todo lo que tú quieras, Torvaldo; bailaré por complacerte, cantaré... (Entra Helmer con un rollo de papeles debajo del brazo).
 
 
ESCENA XIV.
 
NORA: ¡Ah!... ¿Estás ahí?
 
HELMER: Sí. ¿Ha venido alguien?
 
NORA: ¿Aquí? No.
 
HELMER: ¡Es raro! He visto salir de casa a Krogstad.
 
NORA: ¡Ah! Sí; Krogstad ha estado aquí un momento.
 
HELMER: Lo adivino, ¿ha venido para suplicarte que hables en su favor?
 
NORA: Sí.
 
HELMER: Y que lo hicieras como cosa tuya, ocultándome que había venido. ¿No te ha pedido eso?
 
NORA: Sí, Torvaldo, pero...
 
HELMER: ¡Nora, Nora! ¿Y has podido actuar así? ¿Entablar conversación con semejante persona y hacerle una promesa? ¡Y, para colmo, mentirme!
 
NORA: ¿Mentir?...
 
HELMER: ¿No me has dicho que no había venido nadie? (La amenaza con el dedo). Eso no lo volverá a hacer mi pajarito cantor, ¿verdad? Las aves cantoras deben tener el pico puro y limpio para gorjear bien... sin desafinar. (La coge de la cintura). ¿No es verdad?... Sí, ya lo sabía yo. (La suelta). Y ni una palabra más respecto de este asunto. (Se sienta delante de la chimenea). ¡Qué bien se está aquí! (Hojea los papeles. Nora sigue adornando el árbol. Pausa).
Casa de muñecas  henrik ibsen
NORA: ¡Torvaldo!
 
HELMER: ¿Sí...?
 
NORA: Me alegro muchísimo de poder ir pasado mañana al baile de trajes de los Stenborg.
 
HELMER: Y yo estoy deseando saber qué sorpresa nos preparas.
 
NORA: ¡Oh! ¡Qué tontería!
 
HELMER: ¿Qué?
 
NORA: No encuentro un traje que valga la pena: todo es insignificante y absurdo.
 
HELMER: ¿Ahora sales con eso, Norita?
 
NORA (Detrás de la butaca, apoyando los codos en el respaldo): ¿Tienes mucho que hacer, Torvaldo?
 
HELMER: ¡Sí...!
 
NORA: ¿Qué papeles son ésos?
 
HELMER: Cosas del Banco.
 
NORA: ¿Ya...?
 
HELMER: He conseguido que los directores salientes me den plenos poderes para hacer todos los cambios necesarios en el personal y en la organización de las oficinas, y pienso dedicar la semana de Navidad a ese trabajo, porque quiero que todo quede arreglado para Año Nuevo.
 
NORA: Entonces, ¿es por eso por lo que el pobre Krogstad...?
 
HELMER: ¡Ejem!...
 
NORA (Pasándole la mano por la cabeza): Si no estuvieses tan ocupado, te pediría un favor muy grande.
 
Casa de muñecas  henrik ibsen
HELMER: Veamos. ¿Qué deseas?
 
NORA: No hay quien tenga tanto gusto como tú. ¡Deseo presentarme bien a ese baile!... Torvaldo, ¿no podrías decidir el traje que llevaré?
 
HELMER: ¡Vaya! La testarudita se declara vencida. NORA: Sí, Torvaldo, no puedo decidir nada sin ti.
 
HELMER: Bien, bien, pensaré, idearé algo.
 
NORA: ¡Ah, qué bueno eres! (Vuelve al árbol de Navidad. Pausa). Pero di, ¿es realmente grave lo que ha hecho Krogstad?
 
HELMER: Ha cometido fraudes. ¿Sabes lo que quiere decir eso?
 
NORA: ¿No ha podido ser impulsado por la miseria?
 
HELMER: Sí, se obra muchas veces por ligereza, y no soy tan cruel que condene sin piedad a una persona por un solo hecho de esta índole.
 
NORA: No, ¿verdad, Torvaldo?
 
HELMER: Más de uno puede regenerarse, a condición de confesar su crimen y de sufrir la pena.
 
NORA: ¿La pena?
 
HELMER: Pero Krogstad no ha seguido ese camino. Ha tratado de salir del paso con astucia y habilidades, y eso es lo que lo ha perdido moralmente.
 
NORA: ¿Crees que...?
 
HELMER: Una persona así, con la conciencia de su crimen, tiene que mentir, disimular a todas horas y enmascararse hasta en el seno de la familia, delante de la esposa y de los hijos. Y eso, cuando se piensa en los hijos, es espantoso.
 
NORA: ¿Por qué?
 
Casa de muñecas  henrik ibsen
HELMER: Porque semejante atmósfera de mentira contagia con principios malsanos a toda la familia. Cada vez que respiran los hijos absorben gérmenes de mal.
 
NORA (Acercándose a él): ¿Es eso cierto?
 
HELMER: He tenido mil ocasiones de comprobarlo como abogado. Casi todas las personas depravadas han tenido madres mentirosas.
 
NORA: ¿Por qué madres, precisamente?
 
HELMER: Se debe a las madres con más frecuencia, aunque el padre, como es natural, haya obrado lo mismo. Todos los abogados lo saben perfectamente. A pesar de eso, Krogstad ha envenenado a sus hijos durante muchos años, con su atmósfera de mentira y de disimulo, y por eso lo creo moralmente perdido. (Le tiende las manos). Y he ahí por qué mi graciosa Norita ha de prometerme no hablar en favor suyo. Prométamelo. Vamos, ¿qué es eso? La mano. Así. Convenido. Te aseguro que me sería imposible trabajar con él, porque semejantes personas me producen gran malestar físico.
 
NORA (Retira la mano y se coloca en la parte opuesta del árbol): ¡Qué calor hay aquí! Y yo que tengo tanto que hacer...
 
HELMER (Levantándose y recogiendo los papeles): Necesito, repasar esto antes de comer. Después pensaré en tu traje. Es posible que tenga que colgar también alguna cosa en el árbol de Navidad, envuelta en papel dorado. (Poniéndole la mano en la cabeza). ¡Oh! Mi lindo pajarito cantor. (Entra en su despacho y cierra la puerta).
 
 
ESCENA XV.
 
NORA (En voz baja, después de una pausa): ¡No, no hay tal cosa! ¡Es imposible! ¡Tiene que ser imposible!
 
MARIANA (En la parte de la izquierda): Los niños se empeñan en entrar.
 
NORA: No, no, no, no los deje venir aquí. Vaya con ellos.
 
MARIANA: Está bien, señora. (Sale).
 
Casa de muñecas  henrik ibsen
NORA (Pálida de terror): ¡Depravar a mis niños!... ¡Envenenar el hogar! (Levanta la cabeza). No es cierto. ¡Es falso! ¡No puede ser cierto!


 

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